miércoles, 19 de octubre de 2011

Cuentos Completos de Enrique Wernique - Clase de Lengua y Literatura 17/10

Ejercicio 1: Campo Semántico

Cuento "Casa Sucia" : Limpio y Sucio"
Limpio: perfume, ordenado, jabon,  saludable, lindo, comodo.
Sucio: asqueroso, tierra, mugre, horrible, enfermedad, oloroso.

Cuento "El miedo": Miedo y Tranquilidad"
Miedo: terror, oscuridad, tension, suspenso, adrenalina, vertigo.
Tranquilidad: relajacion, paz, descanzo, calma, dormir, aburrimiento.


Ejercicio 2: Relato corto (duracion maxima 1 carilla)

ALGUN DÍA LO SABRÁS


Un día desperté con una duda tan grande que me carcomía la cabeza. Intenté despejarla yo misma y no pude, me lo preguntaba en mi mente todo el tiempo, me desconcentraba, era en lo único que pensaba. Sentía miedo por preguntárselo a alguien pero al mismo tiempo ansiedad, quería que alguien pudiera contestarme y explicarme porque… A la mañana me levanté, hice mi rutina de siempre. Fui al baño, me bañe, me vestí, tomé el desayuno, que aunque no tenía hambre lo tomé igual por la frase inolvidable que me dijo una vez mi abuela un día que no quise desayunar “Para poder tener un buen día una persona debe desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo”. En realidad nunca supe bien que significa pero lo que si entendí es que tenía que desayunar sin que importe si quería o no. Me peine igual que todos los días y caminé las 5 cuadras hasta el colegio que fue como mi segunda casa desde los 3 años. Hasta los 13 años había ido al colegio en turno completo y literalmente pasaba más tiempo ahí que en mi propia casa. Como ya expliqué antes no me pude concentrar en todo el día, los profesores me llamaban la atención cada diez minutos, y yo seguía pensando en lo mismo, en eso. Ni siquiera sabía como reflejarlo al mundo para que alguien pudiera ayudarme, era algo más interno, más propio. El día se me paso muy lento como si cada hora durara cinco de ellas, y me cansaba de esperar a que toque el timbre para poder salir al recreo de quince minutos y despejarme un poco, solo hablando con mis amigas me olvidaba de esa molestia en mi cabeza, pero en cuanto sonaba otra vez el timbre para volver al aula y el silencio se volvía insoportable dentro del salón, regresaba también la duda. Otra vez esa duda que no me dejaba pensar en otra cosa más que en eso. Sentía que mi cabeza explotaba de tanto intentar descifrar ese problema, me daban ganas de llorar, de gritar, de poder decirlo, pero no sabía cómo. Trataba de encontrar la solución a ese dilema que no podía esperar más. Salí del colegio  y trate de llegar a casa lo antes posible, esas cinco cuadras que siempre caminaba en diez a quince minutos porque me quedaba hablando con algún vecino o jugando con cualquier animalito que se me cruzaba, las camine en menos de 5 minutos, era evidente que quería llegar a casa. Entre corriendo a mi habitación, pasando por el comedor, la cocina y el patio, que como  de costumbre no había nadie. Puse una silla en la puerta de mi cuarto para que nadie pudiera pasar y me tire al piso, empecé a patalear cual niña de 5 años, a gritar con una almohada en la boca, con la intención de no alarmar a ningún vecino, desarme toda mi cama, tire todas las cosas que tenia sobre mi escritorio y la duda seguía ahí, no me dejaba pensar. En cuanto pude tranquilizarme y me di cuenta del desastre que había causado en la habitación, ya eran las ocho y media de la noche y mamá y papá ya habrían vuelto de trabajar. Ordené todo lo antes que pude, estaba agradecida a mi misma de no haber roto nada. Cuando salí al comedor con los ojos rojos de llorar y las manos rojas de tanto golpear la almohada, vi a mi abuelo sentado en el sillón fumando su pipa. Me acerque a él y en ese momento supe que él era la persona que me podía ayudar. Lo miré fijo a los ojos y se lo pregunté. Sin reacción alguna él me dijo: “Algún día lo sabrás”.  




Ejercicio 3


El favorito


Es un actor, porque esta en boca de todos y en una parte del cuento dice "....cuando el actuaba..."

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